Hoy nos volvimos a encontrar. Él estaba ahí, como siempre. Tan tentador como siempre. Hacía meses que no lo veía y justo hoy...de pronto...estaba ahí.
Durante todo mi embarazo estuvo ahí: a mi lado, confortandome, haciéndome sentir segura, contenida. Estaba en mis sueños. Cuando Juan no estaba nos revolcábamos juntos en nuestra cama. Cuando Juan volvía, él todavía estaba ahí. Era parte de mis sueños.
Fue conmigo al hospital. Se quedó a mi lado mientras yo sufría por la lactancia. Pero eso nos separo. De pronto lo asocié a esa frustración y ya no pude verlo. Quedó fuera de mi vida.
Ahora lo veo ahí...y me doy cuenta de cuanto significó para mí. Todo lo que me dio. Pero ya no hay vuelta atrás. Los dos cambiamos. Bueno, él no, él sigue igual. Yo cambié. Perdí 18kg, ya no retengo líquidos ni me desvanezco, ya no duermo 16hs diarias. Lo nuestro terminó.
Igual se queda ahí, en su lugar. El día de mañana puedo volver a necesitarlo y hay que mantener las opciones abiertas...aunque Juan lo odie...
ay qué bien me vino a mí también... durante mi embarazo y lactancia... además me sirvió para que Celia jugara segura en un "recinto"...
ResponderEliminarSí, déjalo ahí, nada es definitivo ;))
Un abrazo