Habiendo leído todos los libros de Laura Gutman; siendo activista de los derechos de los animales no humanos; sabiendo que las ventajas de la leche materna superan ampliamente a los de la leche de fórmula; queriendo lo mejor para mi hija y para su salud; sabiendo que es un lazo que aumenta la conexión madre-hija e incluso que los niños amamantados parecen ser más inteligentes que los que no, pues no hay ninguna otra opción: Voy a dar el pecho.
Mi hija ya tiene dos días de vida. Algo de calostro se ha deslizado dentro de su cuerpito. Aún no tengo leche. Llegamos a casa hace unas horas, no puede agarrarse, ya probé todas las formas. Yumbrel llora de hambre, es la primera vez que la escucho sufrir.
23:30Hs, primera decisión de padres: Juan sale corriendo al supermercado a comprar leche y mamadera (obviamente no tengo ninguna en casa ni ningún chupete porque no tenía otra opción pensada más que la lactancia exclusiva). La gorda sigue llorando mientras esterilizamos biberón, hervimos agua, preparamos fórmula. Mis nervios destruidos, encima vaya uno a saber si agarra la mamadera pienso...
Preparo 30ml de fórmula y se lo damos, le cuesta porque le pasa lo mismo que con el pecho: coloca la lengua sobre el paladar en vez de abajo, con la tetina le bajo la lengua hasta que finalmente succiona...y se toma todo...y pide más...le doy más y se duerme. Toda la noche, sólo despierta para comer y sigue, ya no llora.
Al día siguiente me contacto con una asesora de lactancia y sigo sus consejos. A lo largo del primer mes de vida de mi hija he probado: darle con cucharita, el relactador con sonda, ponerla en mi pecho todo el tiempo. No funciona, la lengua de la gorda sigue rechazando mi pezón.
Estoy al borde de la depresión, el cuerpo cortado, no puedo hacer fuerzas, se me soltaron los puntos de la cesárea por hacer malabares intentando que mi gorda se agarre. Reposo absoluto para curarme. Reposo absoluto con un bebé recién nacido y nadie que me cuide a mí...
Cada vez que ve el pecho la gorda llora, Cada vez que ella llora, yo lloro. El sacaleche en la mesita de luz acompañándome a cada instante. Se me va la vida en arrancarme chorritos de leche e intentar que la gorda se haga la idea de mis pechos como fuente de nutrición. Pero ella llora apenas me acerco...es bastante horrible para una madre esto y eso sin contar que todas, pero todas (bueno, casi...) las personas que vienen a casa o me llaman me preguntan: "¿ya se agarró de la teta?" y todos tienen una sugerencia, y todos piensan que no le doy la teta por gusto. Claro, estoy destruida por dentro pero no le doy la teta porque me gusta estar así...alguien llegó a decirme "¡dale la teta, no seas mala!". Me tienen podrida los comentaristas.
Le pregunto a mis amigas o a mi madre las cosas que me interesa aprender, porque sé que me contestan con amor y me dan consejos útiles y lo valoro tanto como es posible; ahora los que se meten y opinan sólo para contar experiencias espantosas o para decirte todo lo que haces mal...me tienen re podrida.
Como termina este capitulo: se acabo la teta, la pediatra dice que Yumbrel está hermosa y creciendo perfecto, que ya no me torture. Fin del problema. No es lo que hubiera querido para mí o para ella pero así se dieron las cosas para las dos. Como el parto y hay que aceptar que no controlamos todo lo que nos sucede y no encapricharse. Dato anecdótico: la ve la fonoaudióloga a la gorda y le revisa la boca, me dice "no se agarró a la teta, ¿no? tiene la lengua muy inmadura, tendrían que habértelo dicho apenas nació...los bebés que nacen así casi nunca se agarran de la teta".
The End.
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