la web me impele: "El nacimiento de un hijo responde a una profunda necesidad vital. Y el parto es un hecho absolutamente genital y sexual. Por lo tanto, el parto no es meramente una situación médica, de enfermedad y riesgo, sino que tiene que ver con la vida, el placer, la alegría, la esperanza y las emociones intensas".
Quiero parir en casa. Bueno, parir no quiero, claro, nadie quiere. ¿O si? Bueno, igual no es algo que se elige, en esto no hay vuelta, querés ser mamá, lo parís.
Quiero parir en mi casa. Escuchando Across the universe. En el agua. No tengo bañadera. Lo parió. Me compro la pelopincho. Bueno, lo hablaré con Fernanda.
Todavía no tengo miedo a parir. Porque todavía falta mucho, tengo mucho a que temerle antes.
Entonces busco y encuentro: en http://www.mujeresdeempresa.com/sociedad/040701-recuperando-el-parto-vertical.shtml un artículo: parir como Diosas. Recuperando el parto vertical de Analía Bernardo | 12.Julio.04. Escritora y periodista, experta en tradiciones de las diosas. Algo de eso dice así:
Mujeres urbanas están comenzando a reclamar el parto vertical, sentadas o en cuclillas, que aún practican de manera satisfactoria las indígenas y campesinas en distintas partes del planeta. Figuras arqueológicas muestran a diosas y a mujeres pariendo desnudas en estas posiciones.Una Pachamama pariendo en cuclillas, con la luna, el sol y las estrellas pintados sobre el rostro, fue desenterrada en Villa Las Rosas, ciudad de Salta, Argentina. Una de las tantas imágenes que representan el conocido parto vertical precolombino como así también el poder sagrado dela Diosa Tierra. Los gestos y actitudes de estas y otras diosas son un reflejo de las prácticas y tradiciones de las mujeres respecto del parto, a la vez que el parto vertical y en cuclillas de las diosas es un arquetipo femenino creador de la vida y de la cultura.
Enla Europa cristianizada el parto seguía estando en manos de las mujeres y de las parteras, que heredaron estas prácticas ancestrales. Sin embargo, la persecución de las brujas -muchas de las cuales eran parteras experimentadas- y la naciente medicina moderna durante el Renacimiento transformaron progresivamente el parto natural vertical en una enfermedad y a la parturienta en una paciente débil y sin conciencia que debía permanecer en posición horizontal en la cama, y más tarde en el hospital. Esta inmovilidad y debilitamiento psicofísico estaba sustentados por otras posiciones sexuales, sociales, religiosas y económicas de opresión. El parto horizontal en la cama matrimonial es consecuente con la postura de la mujer durante el acto sexual y está asociado con estar enferma en la cama y con entregar el cuerpo al accionar del médico.
Las prácticas médicas del parto horizontal en sí mismas incluyen atar a las parturientas a las camillas, silenciarlas, no dejarlas deambular ni ponerse en cuclillas.
Una práctica patriarcal en la que, según especialistas consultados, la corporación médica se apropia del parto, maltratando con expresiones desvalorizantes a las parturientas, tratándolas como niñas tontas y culpabilizándolas si el parto se alarga o se complica, cuando en realidad es la misma posición horizontal la que alarga y complica el parto, aumentando el sufrimiento de la mujer y del feto que debe transitar por un canal que se ha estrechado e ir en contra de la ley de la gravedad mientras que la madre, inmovilizada, no dispone de todo su cuerpo para parir.Esta evidencia ampliamente certificada por médicos especialistas en parto vertical es constantemente ignorada en las facultades de medicina de nuestro continente. Al enseñar e imponer aquella posición antinatural que anula la energía corporal y la conciencia de la parturienta para moverse y dirigir el parto, la corporación médica le da la espalda a milenios de experiencia femenina. Las hembras sapiens han parido a la humanidad en cuclillas y en posición vertical desde la prehistoria y aún lo siguen haciendo en grandes áreas del planeta con éxito y eficacia, pariendo más rápido y con menos dolor.
El parto horizontal rompe con esta experiencia milenaria presentándose desde hace apenas unos pocos siglos como la única forma aceptable y exitosa de parir, lo cual es parcial y cuestionable. Una nota de la revista argentina Clarín daba cuenta tiempo atrás del éxito del parto en cuclillas entre mujeres indígenas del sur del Brasil, con menos complicaciones que las mujeres occidentalizadas. Sin embargo, pocas veces las corporaciones médicas toman en cuenta la experiencia de las mujeres, menos aún la de los pueblos originarios, y desacreditan ese saber desde el más puro androcentrismo.
Una imagen sintetiza esta negación. En libros de obstetricia y enciclopedias de divulgación médica se suele mostrar el perfil de una embarazada parada con el bebé saliendo por el canal de parto, arqueándose a través del mismo, emergiendo hacia abajo y adelante. Esta imagen del parto natural-vertical luego es negada en la práctica médica con el parto horizontal.
Como en muchos otros temas de la problemática femenina, los símbolos y creencias religiosas pueden jugar a favor o en contra. Tener un dios masculino que crea sólo con la palabra y saca a la mujer de la costilla de Adán, por ejemplo, cuando en el mundo natural ninguna mujer nace de un varón y ninguna hembra (o varón) de un macho, es un modelo simbólico muy distinto a tener primigenias diosas que crean con sus cuerpos desplegados, dinámicos y concientes; accionando durante el propio parto y sobre la creación que están llevando a cabo.La influencia del modelo religioso cristiano puede verse en la práctica del parto horizontal donde el médico aparece como creador. Es él quien "saca el bebé del cuerpo de la mujer", el que "lo trae al mundo". El médico controla y dirige el parto mientras que la parturienta es una participante pasiva y asustada que sólo puede mirar al techo de la sala de partos y acatar órdenes sin demasiada conciencia de lo que sucede en su cuerpo ni lo que otros hacen con él.En posición horizontal la mujer no ve nacer a su hijo o hija, el médico sí. La parturienta asume una posición incómoda, limitada y dolorosa para que el médico se mueva cómoda y libremente.Por otra parte, haber pasado de aquellas diosas creadoras con cuerpos desnudos y activos a la figura de María como modelo femenino ejemplar, ha tenido consecuencias directas sobre la experiencia del parto como así también sobre el cuerpo, la sexualidad, la anticoncepción y la conciencia autónoma de las mujeres. A María nunca se la representó pariendo y pocas veces embarazada o dando de mamar. "La Madonna del Parto" de Piero della Francesca (1460) es uno de los pocos frescos donde la Virgen aparece con un prominente vientre de nueve meses, parada y con un vestido medieval color verde mientras dos ángeles abren las cortinas de la cueva-tienda para dejar a la vista a la que va a parir(4).Muchas veces se ha comparado la vida de Buda con la de Jesús. Sin embargo, el parto de María ha sido ocultado, reforzando la pasividad e ignorancia de las mujeres occidentales sobre el cuerpo y la sexualidad femenina. O bien ridiculizado, como cuando las monjas de mi escuela primaria nos decían que Jesús había nacido de la rodilla derecha de María y que ella no había sentido nada. De la misma manera las madres tuvieron que mentir a sus hijas sobre el proceso natural del parto con aquello de "salir de un repollo" o "venir de Paris".
La mayoría de las mujeres aceptan el parto horizontal-patriarcal porque no conocen otra cosa que hospitalizarse como enfermas. Modificar esta situación no sólo corresponde al Estado, las facultades de medicina y a la práctica médica sino a las mismas mujeres que tendremos que cambiar física y mentalmente las actitudes hacia el parto.
Mujeres urbanas están comenzando a reclamar el parto vertical, sentadas o en cuclillas, que aún practican de manera satisfactoria las indígenas y campesinas en distintas partes del planeta. Figuras arqueológicas muestran a diosas y a mujeres pariendo desnudas en estas posiciones.Una Pachamama pariendo en cuclillas, con la luna, el sol y las estrellas pintados sobre el rostro, fue desenterrada en Villa Las Rosas, ciudad de Salta, Argentina. Una de las tantas imágenes que representan el conocido parto vertical precolombino como así también el poder sagrado de
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Las prácticas médicas del parto horizontal en sí mismas incluyen atar a las parturientas a las camillas, silenciarlas, no dejarlas deambular ni ponerse en cuclillas.
Una práctica patriarcal en la que, según especialistas consultados, la corporación médica se apropia del parto, maltratando con expresiones desvalorizantes a las parturientas, tratándolas como niñas tontas y culpabilizándolas si el parto se alarga o se complica, cuando en realidad es la misma posición horizontal la que alarga y complica el parto, aumentando el sufrimiento de la mujer y del feto que debe transitar por un canal que se ha estrechado e ir en contra de la ley de la gravedad mientras que la madre, inmovilizada, no dispone de todo su cuerpo para parir.Esta evidencia ampliamente certificada por médicos especialistas en parto vertical es constantemente ignorada en las facultades de medicina de nuestro continente. Al enseñar e imponer aquella posición antinatural que anula la energía corporal y la conciencia de la parturienta para moverse y dirigir el parto, la corporación médica le da la espalda a milenios de experiencia femenina. Las hembras sapiens han parido a la humanidad en cuclillas y en posición vertical desde la prehistoria y aún lo siguen haciendo en grandes áreas del planeta con éxito y eficacia, pariendo más rápido y con menos dolor.
El parto horizontal rompe con esta experiencia milenaria presentándose desde hace apenas unos pocos siglos como la única forma aceptable y exitosa de parir, lo cual es parcial y cuestionable. Una nota de la revista argentina Clarín daba cuenta tiempo atrás del éxito del parto en cuclillas entre mujeres indígenas del sur del Brasil, con menos complicaciones que las mujeres occidentalizadas. Sin embargo, pocas veces las corporaciones médicas toman en cuenta la experiencia de las mujeres, menos aún la de los pueblos originarios, y desacreditan ese saber desde el más puro androcentrismo.
Una imagen sintetiza esta negación. En libros de obstetricia y enciclopedias de divulgación médica se suele mostrar el perfil de una embarazada parada con el bebé saliendo por el canal de parto, arqueándose a través del mismo, emergiendo hacia abajo y adelante. Esta imagen del parto natural-vertical luego es negada en la práctica médica con el parto horizontal.
Como en muchos otros temas de la problemática femenina, los símbolos y creencias religiosas pueden jugar a favor o en contra. Tener un dios masculino que crea sólo con la palabra y saca a la mujer de la costilla de Adán, por ejemplo, cuando en el mundo natural ninguna mujer nace de un varón y ninguna hembra (o varón) de un macho, es un modelo simbólico muy distinto a tener primigenias diosas que crean con sus cuerpos desplegados, dinámicos y concientes; accionando durante el propio parto y sobre la creación que están llevando a cabo.La influencia del modelo religioso cristiano puede verse en la práctica del parto horizontal donde el médico aparece como creador. Es él quien "saca el bebé del cuerpo de la mujer", el que "lo trae al mundo". El médico controla y dirige el parto mientras que la parturienta es una participante pasiva y asustada que sólo puede mirar al techo de la sala de partos y acatar órdenes sin demasiada conciencia de lo que sucede en su cuerpo ni lo que otros hacen con él.En posición horizontal la mujer no ve nacer a su hijo o hija, el médico sí. La parturienta asume una posición incómoda, limitada y dolorosa para que el médico se mueva cómoda y libremente.Por otra parte, haber pasado de aquellas diosas creadoras con cuerpos desnudos y activos a la figura de María como modelo femenino ejemplar, ha tenido consecuencias directas sobre la experiencia del parto como así también sobre el cuerpo, la sexualidad, la anticoncepción y la conciencia autónoma de las mujeres. A María nunca se la representó pariendo y pocas veces embarazada o dando de mamar. "
La mayoría de las mujeres aceptan el parto horizontal-patriarcal porque no conocen otra cosa que hospitalizarse como enfermas. Modificar esta situación no sólo corresponde al Estado, las facultades de medicina y a la práctica médica sino a las mismas mujeres que tendremos que cambiar física y mentalmente las actitudes hacia el parto.
Hermosa la nota, que bueno que no soy como la mayoría de las mujeres...¿o sí?
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